“Hay milagrosos encuentros en la vida que, como luminosos faros, nos señalan un camino, nos abren nuevos horizontes, nuevas perspectivas que amplían nuestra consciencia". Uno de esos encuentros le ocurrió a Antonio Velasco Piña, llamado a fungir como testigo de los eventos que se llevaron a cabo en México durante el año de 1968, bajo la dirección de Regina y los cuatro guardianes de las principales tradiciones.
Igualmente, incontables personas que han tenido la oportunidad de encontrarse de una manera u otra con “el testigo”, ya sea bien a través de su obra o como persona de gran calidad humana, sencillez y sabiduría, podrían calificar el evento como milagroso. Ardua tarea sería intentar sintetizar su legado. Su obra toda en sí misma es una síntesis que, a la manera de los Olmecas, los maestros de la síntesis y el silencio, nos da testimonio de un México Sagrado, de una herencia custodiada por auténticos mexicanos, por guardianes de tradición, por guerreros sagrados e incluso por integrantes del más secreto círculo interno del gobierno espiritual de la humanidad y del planeta.
Incapaz de expresar mejor que él la magnitud de los eventos de la epopeya espiritual por el despertar que en las últimas décadas ha venido aconteciendo en México y en todo el planeta en estos albores de una nueva Era, intentaré sólo retomar algo de sus propias palabras, fragmentos de su propia obra, su propio testimonio el cual nos dice que: Existe una visión sagrada, una perspectiva superior que considera que es desde planos invisibles e inmateriales, que se va tejiendo y dando guía al devenir de los acontecimientos en el plano material, por tanto a la Historia.
Una visión cíclica o sagrada que habla de ritmos en la consciencia humana y que considera que es la manifestación de las energías cósmicas lo que da origen a la existencia de los grandes personajes y los trascendentales acontecimientos, los cuales tienden a repetirse una y otra vez.
Nos habla específicamente de uno de esos ciclos, el constituido por cuatro momentos, cuatro etapas de la consciencia colectiva, que la llevan desde el materialismo propio de un rebaño, hasta el de reencuentro con lo sagrado, pasando por el humanismo, la recuperación de los valores humanos e incluso el heroísmo. Un viaje del ego hasta el ser, aquel que es capaz de trascender lo individual y llegar a realizar acciones capaces de dejar huella en el tejido mismo de la humanidad.
En su obra también hace mención de la existencia de un profundo vínculo entre el Tíbet y México, al que califica como más fuerte que el acero, la distancia y el tiempo. Un milenario compromiso alternado para ayudar al despertar, a la elevación de consciencia planetaria. En ese vínculo juegan un papel fundamental las montañas, seres de elevada consciencia, guardianes del espíritu de naciones, regiones y chacras de la Tierra. Enlaces entre las energías celestes y terrestres.
Hace mención igualmente a acciones realizadas tendientes a la activación de esos chacras terrestres, lo que abre la posibilidad de dar origen a cuatro nuevas culturas basadas, a su vez cada una, en alguna de las cuatro palabras clave: Saber, Amar, Osar y Callar. Sin embargo nos advierte que dichas acciones son de tal magnitud que sólo pueden ser logradas con la intermediación de seres de elevada condición espiritual, denominados guerreros sagrados. Asimismo menciona que para los tiempos actuales la activación de los chacras terrestres puede darse de manera simultánea para todos ellos, lo que traería por consecuencia natural una etapa sagrada mundial, un retorno de lo sagrado pero ahora, por vez primera en la historia, de alcances planetarios.
Para el caso específico del chacra de México, tema que ocupa un lugar fundamental en su obra. Nos habla de algunas de las principales acciones realizadas, incluso desde tiempos inmemoriales, por esos guerreros sagrados y secretos guardianes, para custodiar y mantener vivo el espíritu de ME XHIC CO. Igualmente nos habla del despertar de la maquinaria sagrada de Teotihuacán, y de su función como centro sagrado, de conocimiento, de armonización e igualmente, como vinculo de enlace terrestre con las energías cósmicas. Función que comparte de una u otra manera con múltiples zonas, actualmente denominadas arqueológicas, ubicadas en diversas partes del planeta.
Considerando pues, los alcances y la perspectiva de su obra, ésta se convierte en un testimonio pionero que recupera la posibilidad de escribir historia desde una visión superior o sagrada, entregándonos un legado sensible a los signos de los tiempos, propicios para, como él mismo nos dice, se dé un RETORNO DE LO SAGRADO.”