martes, 24 de mayo de 2011

Alberto Ruz Buenfil: El Arte del Buen Fluir

Grupos ecologistas, sectas posmodernas y asociaciones nueva era en busca del retorno a la naturaleza y a una vida alternativa. Aquí, un representante de esta corriente narra su aventura.
 
 
Las míticas zonas arqueológicas de Yucatán y Chiapas fueron los jardines de juegos donde pasó su infancia Alberto Ruz Buenfil. En 1952, cuando tenía siete años, su padre, el doctor Alberto Ruz Lhuillier, descubrió en la legendaria región chiapaneca de Palenque la tumba del más importante gobernante-sacerdote maya conocido hasta la fecha, Pakal el Grande;
y con ello revolucionó lo que se conocía de esta cultura.



Ruz Buenfil cursó parte de la carrera de ingeniería química en la Universidad Nacional Autónoma de México, y luego ingresó al Grupo Piloto de la carrera de economía, donde estudiaron Manuel Camacho, los hermanos Enrique y Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Gustavo Gordillo y Pablo Gómez, entre otros. Estudió cine en Cuba y, en 1968, poco después de haber empezado las carreras de ciencia política y de filosofía, decidió unirse al movimiento antiguerra de Vietnam, junto con las Panteras Negras, los hippies-radicales y los chicanos de Estados Unidos.

A partir de 1969 recorre Oriente, África y la mayor parte de Europa. En 1981 regresa a México donde crea su tribu-comunidad de teatro nómada Hathi Babas y el grupo Los Elefantes Iluminados, con el que viajó por el territorio nacional y Guatemala —apoyado por Margarita López Portillo y el Instituto Nacional de Bellas Artes—, hasta fundar la ecoaldea Huehuecóyotl, en Tepoztlán, Morelos, vigente hasta la fecha. Es admirado por cientos de ecologistas, activistas, artistas, tribus indígenas y hippies nueva era de todas las edades y de los 52 países que ha conocido a sus 63 años, durante los cuales ha plantado las semillas de maneras alternativas de vivir.

La riqueza de la pobreza
Hace 15 años Ruz Buenfil inicia, con una nueva tribu itinerante, un recorrido por América Latina en su camión bautizado La Mazorca, y se presenta como delegado a la Convención Demócrata Zapatista en La Realidad, Chiapas. Allí intercambia puntos de vista con el entonces activo subcomandante Marcos; desde entonces se le adjudica el mote de El Subcoyote. A lo largo de estos años se ha dedicado a llevar sus mensajes y propuestas tanto a los rincones más pobres e inhóspitos del planeta como ante los públicos más acomodados. Sus temas: el biorregionalismo —que abarca la ecología global y la autosustentable—, la historia y los mitos de los mayas y mexicas, y el montaje de espectáculos circenses, dancísticos, teatrales y audiovisuales.

Criticado por algunos por ser un eterno “padre ausente” de sus hijos de sangre, “vividor desapegado y frío” o bien “egoísta”, Ruz Buenfil ha pasado los últimos tres años trabajando por los pueblos más escondidos del territorio brasileño con los auspicios del ministerio de Cultura de Brasil y gracias al apoyo del ex ministro de cultura y también célebre cantautor, Gilberto Gil, quien califica esta hazaña como un “proyecto heroico”.
En entrevista con MILENIO Semanal y desde la finca ecopedagógica Bicho de Mato, en el estado de Pernambuco, Brasil, Alberto Ruz Buenfil habla de su historia y de su vocación para intentar “re-construir” la vida.



LK: ¿Cuál es tu propia definición de hippie?
ARB: Hippies somos aquellos que en la década de los años sesenta decidimos no sólo que el mundo tenía que cambiar, sino que había que cambiarnos a nosotros mismos para que eso fuera posible. Por eso abandonamos ’la carrera de las ratas’ que nos ofrecía un puesto en su circo global, para comenzar a ‘re-construir’ la vida desde la nada, con puras buenas intenciones, fe, trabajo y servicio incondicional, para materializar así en esta tierra el mundo de ’paz y amor’ por el que fuimos conocidos. Fuimos la primera generación planetaria, primeros mutantes de la era atómica, los niños de las flores, el anuncio de una posible primavera para la humanidad, los precursores de los niños índigo, los redescubridores de los cristales de cuarzo y creadores de la emergente nación del Arcoiris, pioneros de la ’cultura por la paz’ declarada como tal en esta década por la ONU.

LK: ¿Cuál es tu opinión de Al Gore?
ARB: Mi tocayo Albert tuvo la oportunidad que ahora tiene Barack Obama, y sin duda contribuyó a la elección de este último, ya que en los comicios anteriores, el electorado se dio cuenta —como dice Michael Moore— que más de 51 por ciento del pueblo gringoquería un cambio. Si bien Gore no tuvo el valor de asumir la decisión del pueblo y dejó a Bush hacer lo suyo por otros cuatro años, eso permitió también que la masa crítica fuera contundente esta vez. Gore decidió vivir de su imagen en lugar de asumir su rol histórico, pero ’la verdad incómoda’ es que resulta preferible que Obama haya sido el electo.

“Ahora Gore vive cada vez mejor, dando conferencias de miles de dólares para ’alertar’ a los ricos de que para seguir siendo ricos tienen que cambiar de estrategia, porque el desastre ambiental no va a distinguir entre ricos y pobres, por más que los ricos se compren islas e intenten formar colonias en otros planetas. Gore es un reformista yuppiedel sistema; Obama representa la opción ’Arcoiris’, la misma a la que apeló su antecesor inmediato, Jesse Jackson, en sus campañas presidenciales mediante la Coalición Arcoiris, pensada para unir a todos los inconformes y hacer un puente entre lo terrenal y la visión de “vivir nuestros sueños”, promulgada por el antecesor de ambos, Martin Luther King”.

LK: ¿Cómo es la vida en la Caravana por la Paz que iniciaste hace 15 años?
ARB: Nos levantamos a las seis de la mañana y salimos del bus. Meamos en algún rincón de la naturaleza y nos duchamos al aire libre con una manguera o una cubeta y un jarrito. Cagamos en una letrina seca que transforma nuestro desecho en abono y, según las tareas que nos vamos rotando, alguno se encarga de mantener la letrina limpia con aserrín y papel, y otros de mantener el sitio que ocupamos y nuestros vehículos.



“Limpiamos, ordenamos, reparamos hasta la hora del desayuno que a alguien le tocó hacer (curiosamente esa es la única tarea que a mí me da fobia y prefiero limpiar la letrina que cocinar) y, en caso de estar en algún sitio que permita el uso del internet, trabajo en la computadora hasta como las ocho y media de la mañana.
“Desayunamos todos juntos y nos repartimos las tareas del día, que a veces requieren que algunos permanezcan en el sitio y otros salgan. Si no hay pendientes fuera, aprovecho para trabajar en los dos libros que estoy escribiendo —De punto en punto y En la senda de la utopía—; archivo fotografías, redacto el guión para la siguiente puesta en escena, contesto los cientos de correos que me llegan y se acumulan cuando me ausento del mundo cibernético —el cual me puede volver esquizofrénico y del que me place descansar—; preparo conferencias y reviso mi agenda.

“Tres o cuatro veces por semana tengo que salir, para lo cual utilizo la Combi con que contamos. Generalmente voy con mi compañera de los últimos seis años, la ecuatoriana Verónica Sacte —quien me apoya en las buenas, las malas y las peores—, a hacer compras, relaciones públicas, a participar en eventos sociales o culturales, en burocracias o a impartir talleres. Cuando toca salir de la base a toda la tropa, nos vamos en el bus a compartir experiencias con alguna comunidad carente de recursos: favela, quilombo(aldeas de ex esclavos afrodescendientes), circo itinerante, grupo de universitarios, jóvenes o niños del interior de la periferia. Regresamos en la noche y recorro el campamento para checar a la tribu. Les cuento historias o escucho las suyas —dos de mis actividades favoritas, por cierto— o vemos alguna película. Luego regreso a mi cuartito dentro del bus para compartir la noche con mi compañera”.

LK: ¿Qué opinas del feminismo y de las mujeres con las que has trabajado y convivido?
ARB: Las mujeres, cuando son amigas, son las mejores; como compañeras de trabajo, insuperables; como novias o amantes a corto plazo, maravillosas. Es cuando se vuelven ’esposas’ y tratan de serlo ’todo’, que las cosas se complican de manera que es casi imposible mantener relaciones saludables sin caer en todas las trampas, dependencias y luchas de poder que se dan entre los seres humanos. Lo que he notado en mis andares es que el trabajo ecofeminista y el del despertar de la espiritualidad femenina —luchas que apoyaré siempre—, suelen convertirse en pura ideología que muchas mujeres no practican; algunas son más machas que el peor macho.

LK: ¿Qué planes tiene la Caravana después del Foro?
ARB: Si el Ministerio de Cultura nos apoya, seguiremos un año más por el norte de Brasil. Si no, idealmente regresaremos a México a bordo de La Mazorca, pero con una flota de vehículos nuevos, un equipo humano escogido y recursos suficientes para poder viajar y trabajar a un mejor nivel… pero eso se lo dejo al Gran Misterio.

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